Las redes sociales te han estafado porque a nadie le importa tu opinión

julia uve
5 min readMay 19, 2021

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Me he abierto una cuenta en Medium porque tengo muchas cosas que decir.

Desde que soy pequeña he tenido un diario. A pesar de no ser siempre constante a la hora de escribir en él, siempre me ha gustado aquello de poder expresarme libremente sin estar tan sometida a los juicios y opiniones de otras personas. Hasta hacía dibujos de la persona que me gustaba, arrojaba al vacío secretos sobre mi primer beso en clase de conocimiento del medio, sobre celos que sentía con las notas de otras personas o lo muy enfadada que estaba con mi padre por no llevarme al parque el día que me prometió. Mi pequeño vertedero emocional funcionaba a la perfección hasta que me di cuenta de que cualquier persona podía cogerlo y leerlo, y por ende, podría tener acceso a mis emociones, secretos y a la parte más general de mí.

A los 14 años decidí abrirme una cuenta en aquella incipiente red social, que sin saberlo, marcaría a una generación. Estoy hablando de mi generación, y estoy hablando de Tumblr. Mi página en Tumblr, como todas, comenzó siendo muy humilde, pero con unas ansias muy claras por querer ser grande, admirada, apreciada y valorada por mucha gente. Lo mágico de Tumblr y aquello por lo que tanta gente comenzó a engancharse más y más era que consistía en una web tipo diario pero mucho más visual.

A estas alturas de la historia sobra decir que nos movemos en un entorno visual, y que hay muchas pruebas, pero a mí me gusta recurrir a refranes como “ojos que no ven, corazón que no siente” o “si no lo veo, no lo creo” o “ver para creer”, y así otras tantas expresiones populares.

Como cada vez es más “sencillo” ser visible, cada vez es más probable que alguien llegue a leerte en medio de la negrura de Internet, que se interesen por ti y que te den importancia, valor y reconocimiento de algún tipo.

Movida por mis ganas de ser vista y creída, fui invirtiendo más y más en mi página en Tumblr, sin embargo, no llegaba a la cantidad de gente que quería. No era como esas cuentas enormes a las que muchas personas llegaban para hacerles preguntas, que subían una foto de su cara y recibían miles de reblogs o likes. Esto que al principio me parecía una injusticia (porque quién no va a interesarse por mí cuando soy una persona compleja y con unas ideas que llaman la atención, una estrella del pensamiento y la expresión, vaya) me terminó pareciendo la mayor bendición de mi vida: había encontrado un espacio para mí, que además navegaba en el limbo de lo secreto y lo conocido. La ausencia de una fama impresionante convertía mi página en un lugar lo suficientemente privado como para poder expresarme sin miedo y sin sentirme presionada por la mirada pública, pero también era una zona sin ninguna clase de restricción, donde cualquier persona podría de vez en cuando comentar algo sobre algún post mío, hacerme alguna pregunta, recuerdo incluso haber conocido a una chica de Estados Unidos con la que me mensajeaba muy de seguido hasta que poco a poco fuimos perdiendo el contacto allá por 2018.

Cuando entré en la universidad, aún usaba Tumblr. Crecí un montón y con ello me surgieron muchísimas más inquietudes que compartir con el mundo, con cuanta más gente mejor. Rompí con Tumblr y comencé a usar más mi olvidada cuenta de Twitter. Sin embargo, perdí esa dimensión privada donde podía decir literalmente cualquier cosa. Ahora vivía un poco agobiada por la mirada de mucha gente que me conocía, que a la mínima que veían mostrándome un poco más reflexiva, melancólica o triste, ya me empezaban a juzgar. “En Internet eres muy distinta a como eres en persona”, “¿dices eso para llamar la atención?”, “no te imaginaba de esta forma” son solo algunos de los comentarios a los que tenía que enfrentarme muy a menudo. Todos esos juicios me hicieron pensar mucho en si realmente estaba siendo honesta respecto a mi identidad y mi uso de las redes sociales e Internet.

¿Era diferente en Internet a como era en la vida real? Sí que lo era, la gente no pasaba 24h conmigo y habían muchos aspectos de mí que no puedo manifestar en el rato que paso con alguien con quien no convivo, es normal que no me conozcan completamente, y por algún motivo, eso les molestaba. ¿Lo hago para llamar la atención de alguien? Pues también, porque todo el mundo queremos en algún momento sentirnos comprendides y apreciades, todes queremos que alguien en algún punto de nuestra vida nos levante el pulgar y nos diga “eres genial, sigue así”. ¿No me imaginabas de esta forma? Pues claro que no, yo tampoco me puedo imaginar a nadie que a penas conozco llorando por lo que sea o dándole muchas vueltas a cualquier asunto mínimo. Así entré en una crisis. ¿No era necesario “ver para creer”? ¿Me estás juzgando como una persona falsa cuando no muestro partes de mí públicamente, pero también lo soy cuando lo hago y además es por llamar la atención?

En ese momento comprendí que la única verdad es que Internet no es más que un montón de luces, cables y conexiones abstractas, y que a nadie le importa lo más mínimo mi opinión o mis pensamientos. Quiero matizar un poco esto, porque sí hay gente que me quiere, que quiere saber qué pienso o qué pasa por mi vida, pero hablo en un ámbito mucho más amplio. Las redes sociales nos han dado la oportunidad para poder decir lo que nos de la gana, y con esa premisa nos han hecho pensar que a todo el mundo le gusta o le interesa lo que decimos o hacemos. En resumen, nos ha ampliado un ego que necesitamos llenar, a veces muy desesperadamente de comentarios, de visitas y de atención por parte de persona que en realidad no tienen el más mínimo interés por nosotres.

Por eso me he abierto una cuenta en Medium, porque tengo muchas cosas que decir. Ahora, con un ego más controlado y sano, sé que me merezco tener un espacio donde me sienta libre y a gusto para poder verter todo lo que me de la gana, sé que a nadie le importa mucho, sé que quien le importe y quien quiera leerlo, lo hará, y sé que a quién más tiene que importarle es a mí y solamente a mí.

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